jueves, 15 de enero de 2015

Soy un empanado.

Sí, como el título de esta entrada dice, soy un empanado de la vida, pero no uno cualquiera, yo vivo empanado.

Da igual lo que esté haciendo, viendo una serie, una película, estudiando, hablando con alguien, caminando por la calle... Yo vivo en mi mundo happy pensando en nada y en todo.



Muchas veces me ha tocado ver un capítulo de alguna serie dos veces o repetir un trozo de película porque sin darme cuenta me quedo pensando, bueno, "pensando", porque cuando reacciono no me he enterado ni de lo que estoy viendo ni de lo que paseaba por mi mente.

Simplemente me quedo mirando al infinito y ya de ahí si me ves girar la cabeza, no significa que me haya despertado, quiere decir que sigo en mi mundo pero la muevo inconscientemente.

Con esto tengo algunos problemas graciosos, como por ejemplo en la biblioteca. Cuando estudio, mi empanamiento se eleva a los máximos niveles, no quiere decir que no estudie o no me entere, es que repito en mi cabeza lo que leo pero miro al frente sin darme cuenta a qué estoy mirando, puede ser una mesa, una planta, la nada... Pero el problema es cuando son personas. No me doy cuenta que las estoy mirando, pero ellas de que yo las miro sí.

Me pasa en intervalos de tiempo muy cortos como levantarme a beber agua o a coger algo a otra habitación, estas veces suelo entrar en mi mundo happy cuando me estoy levantando de la silla. Llego al lugar que sea, no me acuerdo que iba a hacer, vuelvo, me siento, y ¡zas! recuerdo que iba a hacer.

Lo peor es cuando estoy hablando con alguien, y no, no es que me aburra lo que me están contando, porque me pasa cuando soy yo el que habla. Todo muy lógico.
Si estás hablando conmigo y de repente me callo, entré en trance. Y si estás hablando conmigo y de repente no te miro a la cara y me quedó mirando a un punto fijo cambiando de tema o diciendo cosas que no vienen al cuento, despiértame...

En serio. Hazlo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario